martes, 27 de marzo de 2018

No, esta vez creo que NYC no



Llevo días intentando cerrar el viaje a Nueva York, pero las cosas se tuercen por momentos. Las agencias de Naciones Unidad no me reciben y pienso que pagar tanto por tan poco no es una buena opción. A veces hay que ir hacia atrás. Es una lástima, podría haber intentado presentarme en el New York Times y en Forbes con mi nuevo invento. Pero no sé. A veces hay que saber parar a tiempo. Eso que nunca he sabido hacer y que me lleva a cotas peligrosas de optimismo.

A los pesimistas siempre les va mejor... aunque ahora que lo pienso, decir eso es bastante pesimista y si fuera así debería admitir que me va mejor que si fuera optimista, lo que, a decir verdad, es bastante optimista. Me estoy liando.

Hoy me ha contactado por linkedin una chica llamada Yanni Wang, e inmediatamente me acordé de Kitty Wu, el personaje de El Palacio de la Luna de Paul Auster. Me gustó aquella novela tanto... pensé en Nueva York y en que no iría ni me hospedaría cerca de Central Park y bueno, no sé, creo que puse triste porque las cosas no salen tan rápido como yo quisiera y eso, en realidad, es por mi culpa, porque pierdo demasiado tiempo inventando y poco tratando de hacer que la gente compre mis inventos.

Creo que todo esto, en realidad, me llega demasiado mayor. No porque la edad no me permita rendir como antes, sino porque tengo la sensación de que, en el fondo, he llegado tarde a casi todo lo que importa. Y que, si ahora pudiera elegir, me costaría llegar a este punto sin negociar, al menos, unos años o meses de estabilidad durante estos últimos quince años.

Si miro hacia atrás puedo ver algo así como una línea discontínua de personas y proyectos que nunca llegaron a ninguna parte, que se esfumaron en el fragor de los días o sobre otros cuerpos más sólidos que el mío.

Reconozco que soy un tipo raro, y de eso sí me arrepiento, porque tuve la oportunidad de ser otro más social y abierto a la gente, pero elegí el camino de la soledad y la decepción como modus vivendi (o ellas me eligieron a mí, vaya usted a saber) y desde ese instante creo que no acabo de encarar bien las derrotas, y digo bien: encarar y no encajar, porque las veo venir y no me aparto, como cuando uno va a la playa y llega una ola demasiado grande y no tienes tiempo de salir del agua y sólo esperas que te golpee no demasiado fuerte.

Y sólo eso; a veces creo que me equivoqué en todo, para empezar: vivir en este cuerpo. No hay un sólo día que no piense en que ya es suficiente y que no sé cuánto más es necesario aguantar. Pero luego miro a mi alrededor y me doy cuenta que me he creado una red de responsabilidades para no tener la tentación de desfallecer, como esas carpas de circo que se mantienen por las cuerdas de los vientos que sujetan en equilibrio de fuerzas, todas sus caras, mientras se apoyan en un sólo mástil central.

Me estoy enrollando demasiado. A veces me leo y no me gusta. Pienso que describo un personaje mucho mejor de lo que soy, artificialmente con más moral, con mejores principios y decisiones más acertadas y llenas de sentido, cuando en realidad, voy de un lado a otro, persiguiendo sin perseguir lo más miserable, tratando de coger al destino por la pechera para exigirle un poco más de suerte, como el que pide dinero a alguien por la fuerza.

Pero eso no sé cómo expresarlo. Me gustaría poder hacerlo, pero no sé.


No hay comentarios: