viernes, 22 de diciembre de 2017

Ya llega la Navidad



Y otra Navidad. Te echaré de menos.

A veces creo que nací en el lado menos amable de la luna,

que perseguí a la luciérnaga equivocada,

que supuse cosas que no debía suponer,

que estás tan lejos de mi alcance como el centro de la galaxia más lejana.

A diez universos de distancia.

(en los que no transcurre el tiempo)

Universos en los que cada estrella es un copo en una gran nevada.

Ya no sueño contigo.

Ya no me levanto empapado en sudor.

Ya no golpeo la almohada.

He aprendido a vivir sin vivir.

Supongo que eso era lo que hacía antes de cruzarme contigo

Así que, en el fondo, he vuelto al mismo punto.

Y es Navidad y escucho en bucle Fairytale of New York de The Pogues

Ya es Navidad y hay que ser feliz.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Seremos el final feliz de un cuento sin final feliz


Hoy han vuelto los fantasmas a reír a carcajadas saliendo de tu lado vacío del armario, buscando sábanas con las que pueda verlos. También te las llevaste. Y yo contento.

No me gustaban.

Eran muy tú, ya sabes, eso ya tendría que haberme dicho mucho de lo nuestro.

Lo nuestro era un alquiler

Doscientos metros cuadrados con vistas.

Y el mar.

Y un jardín con buganvillas y bosque de pinos blancos, un roble centenario, campos y más campos de olivos y una fuente de agua cada año con más sabor a hierro.

Creo que te echo de menos por que ahora tengo más ganas de hacer cosas.

Me gusta esta parte de la costa.

Sopla el viento casi siempre. Hay terremotos en las ramas, y alguna ardilla.

Dicen que hablas bien de mí.

Tú siempre tan elegante.

Hubiera dado lo que fuera por haber pasado una semana en ese cole al que fuiste de pequeña.

Yo me pasé la niñez tirando piedras, jugando al fútbol, subiéndome a árboles, pegándome con otros chicos.

Creo que éramos la bella y la bestia, pero follando como si no hubiera un mañana.

Echo de menos a tu cuerpo echádome de menos.

Llegar de un viaje largo.

Que llegaras de un viaje largo.

Que viajáramos juntos.

Aquél viaje a Japón desde Toronto.

Vaciar de luz la luna como se cierra un mueble bar en una habitación a oscuras.

A tientas.

Tokio iluminado.

Cerezos en la época de las cerezas y no en la de las flores.

Tu voz susurrándome al oído que te susurre guarradas al oído.

Tus fantasmas, saliendo a tientas del lado vacío del armario, buscando otro cuerpo en el que reencanar tus huesos.

Quizá arrepentido de ser una bestia arrpentida.

Marcando ahora mismo tu número de teléfono sabiendo que vas camino de alguna parte a la que no estoy invitado.

A sabiendas que no vas a descolgar o que lo harás para decirme que no puedes hablar y me llamarás más tarde.

Dejar pasar el tiempo.

Conformarme con imaginar tu luz en movimiento.

domingo, 17 de diciembre de 2017

¿Infinito o eternidad?



Sin saber el porqué las cosas se pierden. Desaparecen como por un agujero negro, no queda ni su huella de luz, nada que indique que una vez existieron.

A veces es mejor soltar el ancla hasta el infinito a sabiendas que tendremos que esperar una eternidad.

A mí me parecía una mala idea en cuanto alguien la propuso, no por el alguien sino por la cosa. Ya sabes, una mala idea de esas que sabes que traen consecuencias que van a acabar contigo tarde o temprano.

Puede que uno sea sólo eterno en esa vida ideal en la que piensa que todo va a salir bien si crees lo suficiente en uno mismo. Pero el azar.. el azar siempre guarda un as en la manga, siempre sabe que es lo peor que puede sucedernos y lo busca.

Si pudieras elegir ¿qué preferirías? ¿Vivir para siempre? ¿O ir a qualquier parte?

Si tu fueras mi fin y lo supiera, volvería al instante antes de conocerte y...

... volvería a hacerlo todo igual.


martes, 12 de diciembre de 2017

Descorchando recuerdos



El Véneto es un hotel con casino en la planta baja o un casino con un hotel encima. Supongo que más lo segundo a juzgar por el tamaño de sus porteros. Yo no podía permitirme el lujo exhuberante de sus salas ni que el sonido de sus máquinas me hiceran recaer. Los vicios van en un mismo pack: el juego, el alcohol y todo lo demás. Y a mí, ese todo lo demás me había dejado las suficientes cicatrices como para no querer volver al infierno. Siempre se está a tiempo de caer o más bien de tirarse de cabeza a ello. Hoy no. Hoy no va a ser ese día.

Llevo casi siete años limpio. El casi es lo de menos; el casi te lo debo a ti, pero como es de cobardes echarle la culpa a los demás diré que fue culpa mía, que mientras tropezaba contigo vi en el fondo de tus ojos el abismo y que tuve la soberbia de creer que no caería por él o que, de hacerlo, sabría sobrevolarlo. A tiempo. Mi problema siempre fue no saber medir bien los tiempos.

Me albergué en un hotel barato, a unos cincuenta metros. Uno se cree a salvo aunque las distancias sean cortas. Bajar al hall y cruzar la calle no era precisamente poner tierra de por medio. Poner tierra de por medio es ir a vivir al otro lado del mundo mientras tú te quedas en Barcelona.

Te prometí que no me iría nunca. A cambio de nada.

Y me acostumbré a toda esa nada. A ese ser alguien que finge ser algo que no sabe si sirve para continuar adelante mientras espera.

Por eso escribo en primera persona.

Por eso te escribo a ti, porque soy un zafio patán que sólo sé escribir cartas, porque busco respuestas que no quiero escuchar a preguntas que prefiero no hacer.

Y no es que esté mal. Me gustaría que vinieras a visitarme algún día. Cuando ya esté en esa casa rodeado de todo eso que se supone que sirve para ser alguien en la vida, para eso que todos buscan y que a mí, sinceramente, me da igual.

Voy a por la sexta patente. Cuando empecé este blog no sabía qué quería y al mismo tiempo sabía qué es lo que acabaría haciendo.

Acabé por ser un inventor de inventos.

Acabé por ser uno de los personajes de Julio Verne.

No sé si todo esto acabará en tragedia o en una dulce vejez en California.

pero sé que estoy a más o menos un año y medio del desenlace.

Sé que entonces seré libre o tendré unas buenas vacaciones.

Lo sé porque ya lo intuía cuando tenía quince años y supe que no sería escritor; y lo supe cuando tenía trece años y vivía en una continua relectura de Cien años de Soledad.

Lo supe cuando me sumergía en las novelas de Stevenson y Julio Verne, y cuando soñaba contigo entre las páginas de Sandokan.

Lo supe cuando mi primer libro me habló de Simbad, el marino.

Lo supe desde que nací y al abrir los ojos y ví por primera vez al océano rugir en la mirada de mi abuelo diciendo que presentía que yo había venido al mundo para algo grande.

Y todo esto lo tuve olvidado, como el que perro que entierra un hueso para cuando tenga la necesidad de algo que llevarse a la boca. Como tú me tienes para cuando las cosas no salgan como quieres que salgan.

Pero ahora estoy más cerca de ser viejo que de cuando fui joven.

Me quedan como mucho diez años buenos.

Y apenas he conocido qué es estar vivo salvo en los momentos en los que no me importaba nada. Bajar y cruzar la calle, entrar en el Véneto y perderlo todo para quedar limpio de quien soy.

Todos buscamos algo que nos mate sin matarnos para empezar de cero sin tener que nacer de nuevo.

Me gustaría ser otra persona dentro de un nuevo personaje que no se acuerde de ti, pero que no te olvide.

Pero me quedo en la piscina del patio de este hotel barato. Cinco dólares un margarita de tamaño grande. Demasiado tentador para alguien que hoy ha tenido que recordarse a sí mismo que no va a caer en tentaciones.

Una camarera que se parece a Camila me mira con desdén cuando le digo que un cóktel sin alcohol, por favor.

Me gusta creer que ella es Camila y yo Bandini.

Entonces me da por pensar que sólo me quedan historias y la firme convicción de que aunque tarde o temprano recaeré, no va a ser hoy...

... al menos a esta hora, en este lugar.

Pensar en ti sigue siendo suficiente dosis de autodestrucción.

Pensar en ti es mi heroína, mi mono, y mi...

... me voy al Véneto.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Las cosas que pasan



Supongo que hoy sé más que entonces, que el tiempo es en realidad una distancia que se mide en cosas que queriéndolas recordar eres incapaz de hacerlo y de que conoces cosas que no sabías que sabías..

Hoy sé que la otra parte de las verdades a medias nunca es una verdad, que las dos partes se convierten en mentira.

Que siempre soy yo el cabrón que no claudica.

Ques sólo somos los primeros de la lista hasta que pasamos a ser los segundos.

Que es mejor ser décimo que segundo para casi todas las cosas.

Que google es el universo.

Y que ella y yo somos dos rocas en la periferia de una galaxia muy, pero que muy pequeña.

Que no fue por ella por quien dejé de creer en que algo puede salir bien.

Que vivo en la esperanza en que no me encuentre si me busca.

Que tengo ganas de ser el hombre que era.

Que este blog me cura porque me hace ser más humano de lo que soy en realidad.

Que me gustaría hacer muchas más cosas de las que hago

Que estoy cansado de estar cansado de estar cansado.

Que ya no moriría por ella.

(Que me perdería para siempre en lo que estás sientiendo mientras me lees).

Ahora sé que casi nada se acaba del todo.

Que las cosas ya importan menos que antes.

Que todo lo que he estado haciendo estos años ha sido para poder olvidar y no olvido.

Que ni todo el tiempo ni todo el espacio curan lo que cura un abrazo de un minuto.

Que es mejor no hacer planes por si acaso.

Que es mejor no hacer planes por si acaso.

Blogs, blogs, blogs


Hoy volví al blog de poesía que un día escribí. Un blog sin un sólo poema pasable, Prosa cortada para que parecieran poemas.

Lo de siempre.

Me gustó releerme.

Fue un blog compartido a medias con otra persona que no creía en blogs.

Borré todo lo escrito (o se borró por accidente, no lo recuerdo) y lo llené de frases cortadas.

Era cuando pensaba que uno podía escribir como quisiera.

Hace exactamente cuatro años.

Lo raro es que llegué a él porque vi que esa dirección me había visitado.

No lo comprendo.

Alguien leyó y me enlazó, o aquella persona con la que compartí ese blog recuperó la clave y entró...

No sé.

No quiero pensarlo.



y navidades en París.

jueves, 7 de diciembre de 2017

No estoy equivocado


Tengo la sensación de que todo va a ir bien, que tengo una fuerza propulsora infinita detrás de mí, que nada va a poder parar todo esto que estoy haciendo porque yo sólo soy un mero vehículo.

A veces me despierto en medio de la noche y aparezco con una idea nueva, un invento aún mejor que el anterior. Antes me pasaba cada uno o dos años. Ahora me pasa cada dos o tres meses. Cosas que pueden cambiar el mundo, cosas que llevo queriendo hacer desde hace mucho tiempo. 

Siempre lo he llamado el sueño del agua porque, por alguna razón que desconozco, siempre supe que me iba a dedicar a esto. Supongo que podría haberlo hecho antes, que mi día a día ha ido retrasándolo todo. Imagino que no soy un hombre de negocios, soy un hombre de inventos, pero poco a poco eso ha ido cambiando.

Ahora pienso diferente.

Imagino que madurar era esto. 

También envejecer. Ya no tengo tantos recursos físios como antes. En realidad todo esto me ha hecho olvidarme bastante de vivir las cosas cotidianas. Sólo vivo para esto, para el sueño del agua. Sólo tengo un objetivo.

El tiempo dirá si valió la pena o me dejé llevar por una fantasía que acabará por hundirme.





lunes, 4 de diciembre de 2017

La voz

Hay canciones que detienen el tiempo. Hay voces que sin tener nada del otro mundo saber susurrar al oído que, pase lo que pase, todo acabará bien.

Que un día nos daremos cuenta que todo valió la pena.

Chesire



Son las dos de la madrugada, estoy haciendo una presentación que debería haber hecho en agosto. Una de esas cosas que voy dejando hasta que ya no puedo más, hasta que la urgencia me puede.

Creo que he llegado a un límite. Podría hacer más cosas, pero ya no llego.

Supongo que es demasiado.

Ahora que estoy al borde de lo que siempre quise, intuyo que llego agotado.

Nunca creí que pudiera llegar hasta aquí.

Pero estoy.

Y siento vértigo.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Tu nombre me heló la sangre, me recordó una etapa de mi vida que había querido olvidar y lo había hecho hasta que alguien que no podía relacionarnos sacó tu nombre y volvió todo a ponerlo patas arriba. En fin, nunca me había despedido, puede que esto, a pesar de que no vas a leerlo, sea aquel adiós que nunca tuvo sentido. Quizá, porque esta historia nunca sucedió como la cuento. El caso es que no sé si darte las gracias o ignorar que alguna vez compartimos algo más que un café.


Por aquellas fechas jugábamos a no ser el marido (yo) y la mujer (tú) de unos amantes que se encontraban dos veces por semana en un piso de la Segrera. Lo descubriste tú e investigaste lo que parecía evidente desde fuera. Yo sólo recibí tu llamada y acudí a la cita. Confieso que al principio te odié, supongo que porque me revelaste lo tonto que era, o lo ocupado que estaba siempre, el mal esposo que era. Pensaba en aquello tan machista de que una mujer no sale a buscar fuera lo que tiene en casa.

 Recuerdo que dijiste que querías ponerle cara al otro bando, que querías saber qué había visto ella para casarse conmigo, y qué pasó, y qué podías hacer. Porque tú le seguías queriendo y no ibas a romperlo todo en pedazos. Tenías la esperanza en que yo te ayudara, como quien busca un aliado en el enemigo, a devolver la paz al territorio tibio de las madrugadas de tu ático de la zona alta.

Yo estaba más enfadado que dispuesto a colaborar. A los hombres se nos da mal perder si es otro el que gana.

Hacía tiempo que ella se había marchado de casa. Es decir, dejó las rutinas en su sitio y fingió que el trabajo le absorbía tanto como para llegar siempre cansada. Como a mí me pasaba lo mismo, dejábamos lo nuestro entre los paréntesis de las vacaciones de verano. Nos llevábamos bien sin la presión de la pasión, éramos amigos con derecho a matrimonio, o lo que es peor, con derecho a echar la culpa a nuestras vidas de no tener vida.

Supongo que no esperabas a alguien como yo. Confieso que no esperaba a nadie como tú.

Porque ella veía en él lo que una vez vió en mí. Y él se fue con ella porque, en el fondo, le recordaba a ti.

Y sí. Somos animales de costumbres, de afinidades compartidas, de días hechos costumbre, de pequeños pequeños cambios, de veinticuatro hora conectados a una realidad que transcurre paralela a la realidad verdadera, de twitter de empresa y comer en el trabajo, en lugar de salir pronto y hacer hogar.

Aquello nuestro duró unos días, los suficientes. Yo te recordaba a él y tú eras la versión tranquila de ella.

Hasta que me fui de casa, dejé mi trabajo y abrí un nogocio propio. Al principio no me fue bien, supongo que ya lo sabes. Tardé tiempo en encontrar mi sitio, en descubrir quién era. Luego conocí a otra chica, a la que le importaba lo justo su trabajo, que tenía más amigos en la vida real que en Facebook, que organizaba cenas en casa, que sabía las calles por el nombre de los bares que tenía.

Que no sabía lo que quería.

Como yo.

Como quizás tú.

El viernes, alguien que no puede relacionarnos, dijo tu nombre en una cena. Se me heló la sangre al oírlo, tuve miedo al recordar lo pasado. Miedo de perder al hada con la que vivo, miedo de que cosas así existan, tanto miedo que hace tiempo te vi por la calle y no te dije nada queriendo creer que tú no me habías visto, pero con la certeza de que me habías reconocido e hiciste como si no.

No sé nada de ella. Nunca más hice por verla.

Nunca dije nada de que sabía lo de él.

Me fui con la convicción de que ella perdía más que yo aun sabiendo que todo el mundo creería que yo perdía más que ella., pero puede que el equivocado fuera yo. Nunca lo he pensado.

Aquel tiempo lo he borrado de mi vida. A veces sueño y salen personas de entonces. Ese día suelo estar taciturno.

Supongo que estoy alargando artificialmente el post porque en el fondo me gustaría haber podido despedirme de todo aquello.

Pero siempre me quedará la duda de cómo hubiera transcurrido mi vida si no me hubieras llamado, de cómo la decisión de otra persona puede alterar tu destino.

En que tu curiosidad por saber quién era pudo más.

En que no pensaste en mí.

Y sin embargo debería darte las gracias.


sábado, 2 de diciembre de 2017

Al oído



(al oído) "Nunca dejes de ser tú, házme ese favor. Sé esa que eres, sigue ese camino aunque no lleve a ninguna parte. Cambia las cosas si necesitas cambiarlas, coge atajos si tienes prisa o espera años hasta que llegue el momento que sabías que tenía que llegar.

Pierde mil veces.

Tambaléate hasta mientras duermes.

Ten ideales.

Renuncia a ellos a veces, pero sólo para recuperarlos luego.

Vende quimeras.

Compra quimeras.

Pero no dejes de ser tú.

Cuando me voy a dormir sólo me queda saber que existes aunque no estés ahí.

Que podríamos hablar.

Que sigues teniendo mi número de teléfono.

Que prosperas.

Que a veces te acuerdas de mí.

Que sigues siendo tú"

Contando electrones


Supongo que las cosas son un poco así: Seguir en la brecha, dar por sentado que estamos solos, ver sin ver lo evidente, perderlo todo después de haber perdido lo importante.

Hablar de nada con todos.

Querer sin nadar y sin guardar la ropa.

Volver a ser lo que sólo una vez creímos ser.

O no ser nada.

O vivir sin saber si seguimos vivos.

Ser la llama pequeña de un fuego que no calienta.

que sólo arde por si acaso llega más leña.

Haberte conocido

y no haber sabido permanecer a tu lado.

Soñar con que te sueño.




A veces sólo sé ser eso: alguien que sólo vive mientras llegas.



viernes, 24 de noviembre de 2017

¿Podríamos seguir siendo materia?



Si todo lo que empieza tiene un final, éste el final.

... y  el principio.

Todo se convierte en otra cosa, todo tiene un continuará escrito en la estela que dejan los electrones cuando surcan el vacío.

Dicen que cada cinco años tu cuerpo ha regenerado todas las células, que por eso envejecemos, porque la copia cada vez es de más baja calidad. A veces pienso en eso. En que mi cuerpo hace tiempo que dejó de ser fiel a sí mismo y empezó a experimentar con cada uno de los átomos que se encontró en su viaje por la vida.

Me gusta creer que fue generoso y donó miríadas de electrones al mundo aunque, la verdad, no obtuvo demasiado buen material a cambio.

Entiendo que prefirió la información y que, en el fondo, morimos por ese afán de acaparar ideas y conceptos, datos y relatos.

Uno envejece por almacenar historias en algún lugar de su cuerpo.

Como si nos preparáramos toda la vida para dejar de ser cuerpo y pasar a ser alma.

De esa forma entiendo que, en parte, siempre te llevaré conmigo.

Y cuando digo siempre, quiero decir que nacerán y se apagarán estrellas hasta que se disuelva lo que fuimos, somos y seremos, en el magma electromagnético (onda o fotón) del Universo.




martes, 21 de noviembre de 2017

Do you miss me?


Intento no dormir. A veces sólo trato de vivir una vida pequeña al margen de la vida que vivo. A veces sólo es cuestión de imaginar qué hubiera pasado si hubiera escrito la maldita novela, de qué hubiera sido de mí escribiendo para ti todos los días.

Y entonces no duermo. Me quedo escuchando canciones, todo lo que sea para no caer rendido, para no cerrar los ojos, para no dejar de ser ese que quizá hubiera sido.

Por la mañana me despierto al otro lado, me visto de ese otro y voy a trabajar con más o menos ganas, me dejo llevar por lo que me queda de inercia, sabiendo que si hubiera aprovechado la oportunidad quizá las cosas serían distintas.

Y sólo tendría una vida, sin nada de la que tengo ahora.

Sin cosas que vender para pagar cosas que no me dejan ser

Mirando la hora y cerrando los ojos, calentándome los pies con una estufa eléctrica, escribiendo ya bajo la oscuridad de unos párpados tan pesados como piedras.

Que no soñará

o no recordará lo que sueñe.

Que pensará que es una suerte no poder echarte de menos.

Y lo maldecirá al mismo tiempo.

Que tratará de encontrar algo con lo que acabar esto para que quede redondo

y la cagará de nuevo.

Supongo que no insistí lo suficiente.

Y eso es una puta mierda, porque yo insisto siempre.




JOE PURDY - "Miss me" Some movie star told you this ain't where it's at. So you packed your bags and one night you headed out. Said, these small town blues got you going insane gone into the city, gonna change your name and you never look back at where you came swore you'll never be the same. Do you miss me? Do you miss me? You're a big girl now, got your big shoes and you're running around with big girl blues and I know you don't doubt yourself anymore no, when you feel like leaving, walk out the door and I bet you ain't got nothin left to learn it's better that way cause you never get burned and you try not to think about what might have been cause you know this town is just sink or swim Do you miss me? Do you miss me? Do you miss me? Well the last time I say you were waving goodbye from the back of the train with a tear in your eye. Now I hear you're in love with some big city man and together you're making your big city plans and you hope he don't find out about who you are that we used to catch fireflies in mason jars and we used to go down to the county fair and we listened to blue grass in summer air and we danced all night as the rain came down and you held my hand as we slept on the ground and we wrote our names in the old oak wood I guess some things don't work out like they should. Do you miss me? Do you miss me? Do you miss me? Do you miss me? Do you miss me? yeah... Do you miss me?

lunes, 20 de noviembre de 2017

Camino de San Francisco


Juro que, cuando iba por Cabrillo Hwy, y mientras bordeaba la costa rumbo a Big Sur en un coche alquilado, pensaba muchas veces en ti, en lo que sería viajar contigo sin rumbo. Y te imaginaba descalza con los pies en el salpicadero y en que conducirías la mitad del tiempo; pensaba en las ventanillas bajadas y tu pelo alborotado por el viento.

Estaba convencido de que el nuestro sería un viaje silencioso, igual porque el viaje de verdad lo fue (no sintonizaba ninguna emisora durante demasiado tiempo), tal vez porque no sé a qué suena tu voz o porque, quizá, creía en que no tenía ningún sentido pensar en ti.

Puede que recordara lo que te gusta conducir, en lo que supone viajar solo, en que todo viaje es, en realidad, hacia el interior de uno mismo, en que las carreteras interminables siempre se terminan en algún punto.

En que si había alguien en el mundo con el que quisiera compartir los red woods, y los leones marinos, o aquellas olas salvajes del Pacífico, sólo podía ser contigo.

Hoy he vuelto a visitar los lugares a través de Google street view y de alguna manera que aún no sé explicar estabas allí.: Saliendo de Figueroa Road hacia la 101, en un Mustang del 78 como el de Harry el sucio, con unos cuantos días por delante y sin fecha de retorno.

Luego encontré esta canción y me gustó el vídeo.

No sé si pega demasiado

viernes, 17 de noviembre de 2017

Un lugar en el que no ser ni estar



Supongo que sólo puedo escribir cuando creo que no soy capaz de ello y que, en el fondo, todo se limita a cruzar la barrera de lo que crees que eres capaz de hacer.

No sé si las cosas son fáciles o difíciles. A veces todo se me hace tan cuesta arriba que no saldría de la cama por las mañanas, pero luego salgo y bueno, ya que estoy ahí intento comerme el mundo. 

Hay un mundo ahí fuera que sabe a pastel de calabaza con nata montada por encima.

Y claro, también siempre hay un lugar en el que perderse, un lugar en el que olvidarte de casi todo lo que no importa.

Siempre hay una portada de un libro que te invita a entrar.

Un bar con buena música en lo que lo de menos es lo fría que está la cerveza.

Una estrofa de una canción que refleja lo que es tu vida.

Un lugar en un catálogo de viajes al que sabes que nunca irás y que tampoco te haría feliz ir, pero por el que te mueres por visitar.

Una persona especial en un tiempo que no volverá.

Una vieja ventana por la que ya no mirarás.

Un consejo que ya no estás a tiempo de seguir.



miércoles, 15 de noviembre de 2017

lunes, 13 de noviembre de 2017

Vacío



Átomos. Somos átomos. Una bandada de electrones revoloteando alrededor de un árbol en cuyas ramas nunca nos posaremos, que nos repelerá cuanto más cerca de él queramos estar; átomos buscando un objeto donde pasar la noche, solos entre trillones de trillones de trillones de otros átomos como nosotros.

Somos una infinitésima probabilidad de ser finitos, frías cargas eléctricas tratando de buscar un inestable equilibrio. Estamos llenos de vacío; sabiendo que somos parte de algo mucho más grande pero sin poder ser nunca serlo, y sin saber que pertenecemos a algo que vive, que tiene conciencia, una pieza de Lego de una construcción gigantesca en forma de Vía Láctea; dejándonos la piel en averiguar si queremos ser onda o materia, en si pertener o ser, en si ser la metáfora de un sueño o de si tomar la forma de un destino que, tal vez, ni tan siquiera sea el nuestro.

Avellaneda, no sé si sabe que, en parte, yo quise ser destino por usted. Yo iba para sueño y me detuve para estar a su lado y ya me no pude dejar de ser ese roce que acaba en cariño, ese intervalo,  esa tierra de nadie en la que se uno se queda orbitando como un cometa de hielo asido a la gravedad de un planeta que no entiende de elipses.

Supongo que poco a poco se va haciendo a la idea de que usted y yo tenemos átomos intercambiados. Lo sabemos en silencio, cada uno a millones de metros de distancia, en las habitaciones vacías que habitamos y nos habitan, en el silencio de las tardes, en la soledad de las cosas que no se dicen, en la música que usted es y a la que me acostubré a escuchar tan de tarde en tarde.

Música de oleaje y de después de la tormenta.

Y es que así suena usted. Mágica y vibrante.

Como un átomo.

Bandadas de electrones revoloteando un inmenso vacío.

Minúsculas notas de voz.

Mi pieza de Lego favorita

Simbad el marino.

Julio Verne.

Dios.






miércoles, 1 de noviembre de 2017

Prosperidad


Cuanto todo parece venirse abajo llega la gran oportunidad que tantos años estaba esperando.

Siempre hay una puerta que se abre cuando estabas a punto de saltar por la ventana.

A veces pienso que vamos por delante unos días

Que, en realidad, uno sabe cosas antes de que ocurran.

Sólo hay que saber mirar sin mirar, dejarse llevar por los instantes como éste, por el tiempo que está por llegar, dejarse mojar por esa lluvia que hoy es sólo una promesa en forma de esa nube aún a dos días de distancia...

Bienvenida

domingo, 8 de octubre de 2017

Ahora empiezo a entenderlo todo



Supongo que las cosas debían acabar así. Siempre lo supe y siempre busqué una salida. Sabía que cuando tuviera que salir huyendo lo haría con lo poco que tengo en una mochila.

Un puñado de patentes con las que ir a cualquier parte y ser lo que soy aquí.

Una forma de hacer y entender los negocios.

Un método para innovar.

Dos o tres premios.

Algo increíble

Y muchas cosas creíbles.



Sólo eso.

Todo eso.

De sueños y desiertos

Casi es la forma verbal condicional de nunca.

Y tú y yo casi.



Y tú y yo nunca.

sábado, 22 de julio de 2017

Cannonball



Volvía en coche y sonaba esto...

domingo, 16 de julio de 2017

Horizontes


Creo que ya es oficial, que es algo así como estar frente a una puerta abierta que siempre estuvo cerrada. Dice un documento que ya somos proveedores del grupo de Naciones Unidas. Hace tanto tiempo que empecé esto que no sé si he sentido alegría o alivio.

En la misma semana cerramos proyecto con dos de las empresas más grandes de Europa.

Otras dos están interesadas.

Cerramos proyectos con universidades y con centros tecnológicos.

Todos en base a las patentes que he desarrollado o he licenciado.

Vértigo. Siento vértigo.

Me siento un impostor. Yo, que no soy nada, que no aparento nada, que vivo con dos gatos, que me gusta no hacer nada, que leo cualquier cosa menos ciencia o negocios. Creo que he llegado hasta aquí arrastrado por la inconsciencia. Y de algún modo siento que he vivido una vida que no era la que me correspondía...

El caso es que estoy en esa fase de casi meta. Ese tiempo en el que te acercas a tu objetivo y ves el final y es bajada y te lleva la inercia. Y bueno, es ese momento en el que sabes que sueles sabotearte, en el que siempre pasa algo, en el que dudas de si realmente vale la pena todo.

Y el miedo a qué pasará luego.

Y el miedo a que no sea suficiente y tengas que seguir peleando mucho más tiempo.

A veces somos nuestros peores enemigos. Me gustaría saber si las cosas serán los suficientemente sólidas aunque esta vez lo hice mucho mejor, compartí riesgos, hice buenas alianzas.

Supongo que no todo está atado, no sé si alguna vez algo lo está cuando creemos que lo está.

Han sido muchos años a contracorriente . Todavía mi padre me dice que no hago las cosas bien. Casi nadie dice que se hacen las cosas bien. Todo el mundo tiene un pero.

Estos últimos años, en cambio, he empezado a trabajar con gente muy positiva.

El verdadero talento no está en las capacidades, sino en motivar a otros a que las desarrollen y las apliquen.

Hay un mundo ahí fuera en el que se escuchan más las voces que dicen que no lo haces bien.

Hace falta mucha fe en uno mismo para tirar adelante.

Creerse más que otros.

Convencer a otros de lo imposible.

Y hacerlo.

Supongo que para alguien con tantas dudas como yo, no ha sido fácil.



Hace unos meses estuve en esa cala con la que empieza el vídeo...

domingo, 9 de julio de 2017

Tarde o temprano llega la decisión


Fin de semana en casa. Acabando trabajos.

Como siempre. Haciendo cosas. Dejando pasar la vida. Mañana Ginebra.

¿Por qué tengo la sensación de que la vida es, en realidad, otra cosa, que esto que sucede no es lo que debería estar haciendo?

...de que que yo vivo en otro sitio, y vivo otra vida?

Que sólo soy una posibilidad, un universo paralelo de otro que vive la verdadera vida que todos los dobles cuánticos quisiéramos vivir.

Que mi conciencia está en el universo equivocado.

Un universo donde quizá, tú y yo no hubiéramos coincidido.

A veces tengo la sensación de que sigo en este universo paralelo porque de todos en los que podría vivir este es el único en el que tú estás, aunque sea en forma de ausencia.



martes, 4 de julio de 2017

Arañando nubes por la mañana



A veces las cosas se sienten para siempre, sin más dolor que el que ya dolió, sin más alegría que la que hay detrás de uno de esos mensajes tuyos por whatsapp.

Supongo que las cosas son así y mejor dejarlo tal cual.

Y si por si acaso vuelves a volver por aquí, ya sabes, estaré en la misma casilla de salida, intentado empezar de nuevo.

Como siempre.

lunes, 3 de julio de 2017

La voz


Creo que lo que peor se me da es la incertidumbre. No soy bueno gestionando nebulosas ni gatos de Schrödinger. A veces parece como que soy capaz de dominar todo eso pero la verdad es que no sé cómo hacerlo en absoluto. Para mi, la incertidumbre es como estar en un bote a la deriva y esperar a que un barco te rescate. Casi nunca hago planes, sólo me limito a tratar de sobrevivir hasta que llegue ese día.

Curiosamente siempre acaba llegando. No sé cómo lo hace pero el caso es que lo acaba haciendo. Siempre ocurre algo que hace que las cosas se salven en el último instante. Si pudiera planificar mejor todo eso de no saber, tal vez nunca llegaría al borde del desastre, al "nos queda agua sólo para un día" o al "habrá que comerse a Harry". 

De todas formas, hoy esto escribiendo esto porque no encuentro la voz para el libro. Intento escribir cosas y no sé. Creo que he intentado tantas voces que ahora no soy capaz de dar con la voz. Una voz que suene sincera, fría y empática al mismo tiempo. Al fin y al cabo no quiero que parezca literatura ni quiero que sólo sea información. 

Me gustaría creer que encontraré a ese personaje que siempre he ido buscando. Pero no sé si es el lugar ni el momento adecuado. Podría soltar un chiste de vez en cuando, pero tampoco es eso. Como ya he dicho no se me da bien la página en blanco, crear mapas de la realidad, yo soy más de senderos y de pensar poco, o de pensar mucho y decidir poco, no estoy seguro.

Hoy tendré una reunión de socios. Una reunión que no augura nada bueno. Como siempre al borde del desastre y como siempre encontraré un punto de partida hacia otra parte. 

Me faltan vidas para vivir esta vida.

Quizá lo más sensato hubiera sido dejar que todo se fuera a la mierda y empezar de nuevo.

Me gustaría empezar de nuevo.

En esa frase se resume todo. Conservando sólo lo que he leído y lo que he inventado. Sólo eso.

Y flotar en el mar sin barco que me rescate ni tener que comerme a Harry y con agua para muchos días.

Pero tal vez todo eso ya esté lejos de mi alcance.




lunes, 19 de junio de 2017

Libro

Demasiados demasiado. Por fin en el camino correcto. Antes de que acabe el año... libro.

miércoles, 14 de junio de 2017

Cielomar


Salió de entre las sombras como el que sale desde una maleza cerrada y abrupta a campo abierto, como el que nace de un parto largo y doloroso, como el que sale de una cárcel después de una condena equivocada, como el que abre una puerta de entrada o de salida para escapar de algo que lleva mucho tiempo pesando ssobre los hombros.

Y no pensó que era una salida, sino que era otra realidad paralela que le estaba esperando ahí desde su primer día, desde el inicio de los tiempos, antes incluso que de que pudieran nombrarse el cielo, el mar, o las estrellas; que en el plano original desde el que dios sigue construyendo el universo, eso, es decir esa nueva vida, estaba escrito en letras grandes al lado de las líneas principales, al lado de todo aquello creado para apuntalar lo que se iba creando.

Tal vez, en algún momento, cuando estaba en el borde, cuando todavía la sombra de los últimos árboles le privaba de los rayos del sol, tuvo esa sensación que uno nunca sabe si identificar con la ansiedad de lo nuevo por venir o con el terror de dejar atrás todo lo conocido.

Pero una excluye a la otra, la seguridad sólo es lo nuevo repetido hasta que deja de serlo, y la aventura es la única forma de vencer a la rutina y al aburrimiento. Al fin y al cabo había llegado hasta allí, había dejado atrás años de viaje hasta la frontera con ese sólo objetivo: llegar.

Como si llegar fuera el final del camino.

Pero llegar sólo es el primer paso después del haber llegado.






Y ese otro yo no sabe vivir sin vos.


Le voy a echar de menos. El tiempo se escurrirá y yo con él, lejos, aguas abajo. Aunque no podamos olvidarnos ya el uno del otro sé desapareceremos entre la bruma de la rutina. Ya sabe, no es nada personal, es esta tendencia mía a destruírlo todo. A empezar de nuevo sobre las cenizas de lo anterior. No voy a disimular que me importa. O tal vez sí. Disimular se me da bien. Creo que llevo disimularndo toda mi vida. Diría que, en realidad, soy otro al que nadie conoce. Alguien que no me atrevo a ser.

Por eso suelo irme, porque a veces llego a cierto límite en el que no me queda más remedio que dejar de ser el personaje y tener que ser yo.

Odio ser yo.

Sea quien sea ese. A veces creo que nunca he sido, sólo he estado pendiente de cumplir con el papel que ejecuto.

Está bien así. No me siento cómodo pero me siento vivo.

Sentirme vivo es lo más cerca de estar vivo de lo que nunca estaré.

Pero últimamente no consigo centrarme, me diluyo. Mi equipo me ha recomendado visitar un neurólogo. Supongo que debería hacerlo. Aunque creo que lo que ocurre es que estoy cansado. Muy cansado. Cansado de estar cansado, de sostener tantas cosas que debería convertirme en gato para disponer de sietes vidas.

Hoy alguien me dijo algo como "parece que estás pastoreando un rebaño de gatos". Me gustó la imagen. En el fondo es algo así.

No sé, me estoy perdiendo. ¿Ves? Igual tienen razón.

jueves, 8 de junio de 2017

La teoría de cero absoluto


Lo nuestro fue un encuentro inesperado. Una mala decisión que se convierte en la mejor de todas. Un fin de fiesta descalzos por la playa. Un levantarse despeinados en una cama apenas deshecha, un cine una tarde de domingo, una despedida con un no te vayas no dicho.
 
Solo sucedió que yo me crucé en tu camino y tú no te cruzaste en el mío.

Así son las cosas.

No creo que salga vivo de esta.

Tampoco creí que lo lograría esta vez.

A veces las cosas sólo ocurren.

Sin más.

Uno acaba por dejar a un lado todo eso de que existe un motivo para todo. Siempre supe que llegaría el día en el que no supiera de ti.

El gran vacío, la oscuridad y el silencio.

Hay un abismo entre lo que soy y lo que quise ser, porque hay un trillón de kilómetros entre lo que soy y lo que tú querías que fuera.

Maldita nostalgia.

Mi querida y cálida nostalgia.

Mi amada tristeza.

Aún no soy capaz de entender por qué te quise tanto.

Espero encontrar algo que haya escrito que lo explique. Algo que me cure; que me deje sin esta duda que casi siempre quiere ocultar la certeza de que... esa que tú y yo sabemos.

Vivo de notas que nunca me acuerdo de leer.

Que escriben alrededor mío una vida que no me acuerdo de vivir.

Tú lo supiste enseguida o lo supiste al poco de conocerme:

Que nunca fui del todo yo.

Que nunca me atreví a ser el que podía haber sido.

Con el tiempo he ido aprendiendo a vivir así: a ratos. Noches de insomnio y días de no saber muy bien hacia dónde voy. Supongo que no tengo edad para escribir esto, pero tampoco ya nadie me lee. Supongo que un día todo terminará, o todo empezará de nuevo.

Y habrá una tú al lado de ese otro yo.

Y otro yo saliendo a buscar esa otra tú que te sustituya.

Sin lograrlo del todo.

Porque nunca se logra nada del todo.

No existe un todo de la misma manera que no existe un cero absoluto.

martes, 6 de junio de 2017

Como si pudiera vivir sin escribir...


Las frases se me escapan si no las escribo aquí. Se van a ese rincón de la memoria donde no hay cámaras de vigilancia que las descubran de nuevo. Se pierden para siempre, se olvidan así mismas como en una especie de suicidio literario. Yo no sé ya si dejé de ser yo en este intervalo de tiempo en el que no soy capaz de reescribir.

Estoy en Bogotá, esperando el vuelo a Barcelona, no me queda mucha batería. El trabajo está siendo muy absorbente. Siempre pensé que cuando funcionara el negocio lo vendería y me retiraría a escribir una novela.

Eso es una trampa, la piedra de Sísifo, No sé cuánto me queda de vida, pero no me gusta esto que estoy haciendo, va demasiado lento, demasiadas pideras en el zapato, demasiados demasiados, agotado de estar agotado, de distraerme, de ser otro que no soy yo, que vive una vida sin mí, sin el  la barbárie del bicho gritando y saltando por la habitación como un loco.

Echo de menos aquello. La locura, los días del miedo, los días de no ser demasiado bueno, los de las noches de insomnio, los de aún ser demasiado joven y demasiado mayor para casi todo.

Como siempre me disperso.

En ocasiones, me gustaría desconectar. Desconectar de todo. Perderme unos días, no ser ni estar, sólo la página en blanco y yo.

Entro demasiado en Facebook, no comento nada, sólo entro y leo.

Últimamente salgo a tomar vinos con amigos. No me gusta. Sólo lo hago por perder el tiempo.

Hace unos días que voy a CrossFit. A veces lloro, a veces vomito. Ahora estoy lesionado, volveré en cuanto pueda. El ejercicio extremo me vacía, me lleva a un estado de no sé muy bien qué suerte de paz. Esa paz que no logro encontrar porque el silencio me asusta hasta tal punto que debo llenarlo de ruido.

Es extraño que tenga miedo de lo que más deseo. Que evite todo lo que tenga que ver con alcanzar la paz, como esos perros que perdiguen un coche, pero que no sabrían que hacer si lo alcanzaran.


El miedo es un lenguaje universal que todos conocemos, sabe quienes somos, forma parte de uno como el tener calor o frío. Es tan poderoso que no hay nada mejor que él para sentirse seguro, porque si estás alerta sabes que tienes una oportunidad de salir con vida. Como si de esta vida se pudiera salir con algo distinto a la muerte.

Espero que el darme cuenta de eso sea el primer paso. el primer paso al que siguen muchos más. Todo se reduce a eso: a no dejar de ir hacia ese lado donde el miedo no te paraliza, donde no te domina.

Supongo que el bicho no es más que eso: aquello que sabes que podrías estar haciendo y no haces, la libertad de decir y hacer lo incorrecto, lo salvaje, lo humano. Eso es lo que nos distingue. No es la raza ni la clase social, es el comprender que el miedo no nos lleva a ningún lado, que somos fuertes, que tenemos un poder infinito dentro de nosotros que sólo se acaba cuando morimos.

El resto es morir en la orilla. Es morir todos los días en la misma orilla, perdernos la isla, sobrevivir al mar para no ser hijos del sol y la lluvia.

He hablado del miedo. Está mal visto hablar del miedo porque el miedo se confunde con la cobardía, y sí, ser cobarde es la consecuencia, a veces. A veces sólo es la excusa con la que nos conformamos. Ahora entiendo aquello de que ser valiente es sentir miedo y superarlo.

Releo lo escrito y pienso que no debería hber dejado de escribir. Se pierde el hábito.

La costumbre. Siempre la costumbre.

Lo más difícil de afrontar no es el miedo, es la costumbre.



miércoles, 3 de mayo de 2017

lunes, 24 de abril de 2017

Perderemos los días y nos quedarán las horas sueltas, nos quedarán los recuerdos, los momentos, la triste o la dulce sensación de que por un instante estuvimos completos. Ya sabes lo que digo, puede que haya pasado una eternidad y media, pero sé que sigues entendiéndolo, que en el fondo sólo tú me entiendes.



Demasiado tiempo es demasiado, le dijo él desde el fondo de la habitación.

Ella siguió de pie, estatua y pájaro al mismo tiempo, tan a punto de quedarse para siempre como de desplegar las alas y volar tan lejos como pudiera. Se supone que la vida es un constante tomar decisiones meditadas largo tiempo, pero a veces parece como que todo lo que vivimos pertenezca a esos microsegundos en los que al no saber qué decidir, tomamos una opción entre todas para no permanecer en una duda que nos perturba cada hora que pasa más y más.

Él. Hay días en los que aún sigue creyendo que lo suyo era algo duradero, que si lo piensa fríamente, casi cree recordar el instante exacto en el que ella decidió que debía volar para posarse en una rama y desde allí tomarse unt tiempo para pensar qué hacer. Si regresaba o si emigraba junto a las de su especie.

Si le preguntaran respondería que cuando la vio salir por la puerta tenía la convicción de que volvería, que el instante de no saber qué decidir y aceptar la primera opción que apareciese sucedió días después, no muy lejos de la casa. Quizá en el motel que hay en la carretera que lleva a la colina roja.

Sigue convencido de que si hubiera ido a buscarla aún estarían juntos. También sabe que no hubiera llevado la vida que llevó desde entonces y, en el fondo, eso amortigua cualquier nostalgia, la idea de que todo pudo haber sido distinto.

Todo eso de que la vida fluye.

De que no se detiene.

Que detrás de una cosa sólo puede venir otra.

Que la memoria se llena de más cosas que recordar para tapar otras que siguien ahí como un "puediera haber sido".

Que olvidar es sólo aprender a enterrar como hacen los perros con las cosas que desean ocultar de los demás.

Que al final la vida es también todas esas vidas que no vivimos y enterramos para buscarlas más adelante y que nunca recuperamos porque no tenemos tiempo de hacerlo.

Sólo para que cuando estemos tan cerca del final que lo veamos sin necesidad de hacer hipótesis, podamos mirar atrás y ver viejos momentos como quien mira viejas fotos y poder preguntarse qué hubiera pasado si hubiéramos sido valientes en lugar de ser los protagonistas de esa gran huída en la que convertimos nuestros días.