lunes, 1 de agosto de 2016
Querido verano
No era negociable, y tú y yo lo sabíamos. Siempre fuiste una niña jugando a ser adulta y yo un adulto queriendo volver a ser lo que dejé de ser.
Todo final es, necesariamente un principio, y si te paras a pensarlo, vivimos siempre en uno u otro.
A veces al mismo tiempo, pero en lugares equivocados.
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