miércoles, 3 de agosto de 2016

La indefensión aprendida



Supongo que empecé el blog por todo eso de que quería ser escritor y bueno, hice los cursos de la Escola d´Escriptors del Ateneu Barcelonès y empecé una novela... y mientras tanto la vida transcurrió a su aire y lo fui relatando con más o menos acierto aquí. Porque en estos ocho años y medio me han sucedido muchas cosas y muchas personas.

Cuando empecé el blog, no tenía ni idea de que iba a hacer tres patentes, que confiarían en mi tanta gente, que mis socios serían quienes son: no los conocía. Creo que tenía claro que quería hacer algo grande en el mundo del agua. No sé, supongo que siempre se espera ser algo o alguien distinto al que estás destinado a ser, o al que los demás quieren que seas. 

Todos los días son para mí un punto de partida. No sé cómo decirlo, mi vida se ha convertido en algo muy distinto a lo que era, y aunque soy la misma persona creo que soy una versión más mejorada de mí mismo en lo que a trabajo se refiere.

Sin embargo hay cosas que no cambian. El mes de agosto sigue siendo un mes malo, he elaborado muchas teorías al respecto, puede que sea el calor, o el no poder desconectar del todo, el poder hacer vacaciones quince días y no saber qué hacer con ellas. En agosto me vuelvo aquella otra persona que fui o solía ser. Me convierto en un ser triste, alguien que prefiere la soledad y al mismo tiempo la detesta.

Este mes de agosto empieza igual y con algo más de presión añadida porque nos han escogido para gestionar el aterrizaje de una multinacional farmacéutica en Catalunya y todo lo quieren para ya mismo. Así que es posible que no tenga vacaciones... luego montamos stand en Smart Cities en la Fira de Barcelona en noviembre, los equipos definitivos para salir al mercado en septiembre... 

Me gustaría creer que todo esto tiene un sentido.

Pero sé que no lo tiene.

Me gustaría pensar que detrás del tinglado que estoy montando habrá un retorno de alguna forma.

Como cuando quieres a alguien y esperas ser correspondido.


Supongo que aprendí, literalmente, a vivir sin querer ni que te quieran, y a llevarlo bien durante casi todo el año. 

Pero siempre llega agosto 

para pillarme desprevenido 

trayendo consigo eso que nunca supe entender y que algunos llaman indefensión aprendida.

Y a lo que yo llamo la espera.

La gran espera

Ese océano de tiempo en el que se mece el destino, que sin saber cómo, nos une a ti y a mí a través de una invisible eternidad de lugares y de nombres. 


2 comentarios:

Jo dijo...

"En agosto me vuelvo aquella otra persona que fui o solía ser. Me convierto en un ser triste, alguien que prefiere la soledad y al mismo tiempo la detesta"

hasta en esos sentires y en este mes a veces, parece que tengo contigo cierta sincronicidad.

Espera a la primavera, B... dijo...

Todo es lo mismo, en realidad nos encontramos casi (no) por azar...