jueves, 27 de marzo de 2014

Llegó de nuevo la primavera, y con ella, los muros bajos donde sentarse y dejar colgar los pies...


Ya había perdido completamente la esperanza de volver a Rosa Martini, las calles seguían tan inhóspitas como los últimos años, pero entonces... entonces llegó la primavera y volví a asomar la cabeza por encima de los tejados y a buscar el horizonte más allá de dónde creía que el sol se ponía.

Y ahí estaba ella, con su vestido azul y sus palabras amarillas.



Luces de ciudad es, probablemente, una de las historias más sencillas que se hayan filmado. Pero con los años, sigue siendo de las pocas que me emocionan. Una de dos: o soy muy simple, o es que me permite seguir creyendo en el ser humano.

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