viernes, 18 de octubre de 2013

Sabíamos que más tarde o más temprano...


Me he colado de puntillas dentro de una foto tuya, embozado como en un cuadro de Goya, invisible a la vista de quien solo mira sin observar, y lo he hecho aprovechando que la puerta estaba abierta y que soy de los que llaman suave por si despierto al niño que duerme dentro.

Reconozco que el morbo es mi noveno o décimo pecado capital y que tú te has convertido en mi vellocino de oro recién forjado, confieso que me he desnudado para empaparme en una lluvia de estrellas y que he empezado a bailar al son de los susurros armónicos que desprende la vía láctea cuando gira sobre sí misma, y por primera vez en mucho tiempo me he sumergido en el océano de unos ojos abisales, a sabiendas que he de ahogarme en ellos, quien sabe si definitivamente.

A mí, las fotografías siempre me provocaron terremotos, detrás de cada una de ellas he visto una historia que empieza, se desarrolla y termina, quizá por eso las librerías me dan vértigo y ante la moda de tapas que incitan a conocer lo que encierran me siento como si entrara en una selva donde se esconden personajes que nunca sabré que existen pero que, de alguna forma que no soy capaz de comprender, sé me acechan en la seguridad de su anonimato.

Y en el instante guardado en mil píxeles de colores ocres llevo detenido toda la tarde, toda la noche... y me he sentido como Humbert ante la fiebre de conocer la existencia de Lo, de divisar la superficie aparentemente calma del mar de sus pupilas, y como a él también me recordaste a otra mujer iniciática, al olor que desprendía su cuerpo desnudo cuando el sueño nos concedía una tregua, al frío de las noches juntos, a la languidez de quien se pierde y se encuentra en la vida de otro.

No sé si la razón acabará brindándose a sí misma a alguien como yo, pero llevo demasiado tiempo buscándote como para quedarme sin salir a agarrar la cola de cometa que hoy me dejas, aunque tenga por seguro que voy a tardar una eternidad y media en encontrarte, aunque no sepa ni quién ni dónde, ni cómo, hoy empiezo, de una forma invisible, a convivir con ese otro que no puede vivir ya sin ti.




No hay comentarios: