lunes, 21 de octubre de 2013

El silencio en el que el ya nadie se esconde



Llevo todo el día en silencio. No sabría decir si el silencio se ha instalado en mi casa o sí soy yo el que lo convoca, el caso es que no me salen las palabras por mucho que abra la boca y quiera decir algo con sentido. A veces enciendo el spotify del ordenador y hasta la música me suena muda y tengo que poner las canciones una y otra vez para escucharlas, para que todas juntas la hagan una.

No sé si amaneció el día dormido, en casa no queda nada de Avellaneda, se fue llevando sus cosas poco a poco, quizá el ruido se fue con ella porque lo trataba mejor que yo, lo cierto es que sin ella la vida que resonaba entre estas cuatro paredes se ha ido amortiguando con los días. Hace tiempo que tiene otro novio, más de su edad, con más afinidades y menos cosas a medio terminar. Reconozco que esto me hace sentir algo más viejo, pero quizá era lo adecuado para que ella se sintiera más joven.

No sabría decir el porqué pero intuyo que este otoño va a ser un otoño silencioso, no va a haber días estridentes, sino que el ciclo de las cosas va a ir más lento, y eso me da un poco de rabia. A mí lo que me gusta es que la vida sea una mezcla de sonidos cotidianos, no sé, entiendo el idioma del mundo a través de su latido de baja intensidad.

Estos días estoy conociendo mucha gente nueva. Por fin el proyecto parece que empieza a ir hacia adelante, ya he empezado a vender máquinas, las asociaciones parece que van poniendo más atención a lo que digo. Incluso algún periodista me ha llamado para hacer una nota de prensa. Si echo la vista atrás y veo de dónde vengo y lo que he hecho, creo que pude haberlo hecho mejor, pero los tempos han ido siendo los adecuados. Supongo que he tenido que comprender la lección (si es que la hay) y creo que dentro de muy poco todo empezará a dar sus frutos. Estuve a punto de perder mi casa, como muchos les ha ocurrido, creo que supe jugar las cartas y, aunque el azar no me fue favorable, ahora estoy en mejor posición. Al menos he conseguido una mínima estabilidad desde la que empezar a plantearme cosas.

En este proceso me he dado cuenta de varias cosas:

1) No le importas a nadie. Lo que hagas debes hacerlo por ti mismo.
2) En el momento en el que empieces a hacer las cosas por ti mismo empezará a haber gente a la que le importes.
3) A veces las ideas son buenas pero necesitan de un proceso para que se hagan realidad.
4) En algunas ocasiones, las oportunidades aparecen de la nada. Aparentemente. Como suelo escribirlo casi todo y releerlo de vez en cuando, me he quedado perplejo de lo mucho que sabía que podía acabar ocurriendo y que efectivamente ha acabado por ocurrir.
5) La intuición es otra forma de conocimiento, uno lo sabe pero no quiere que sea verdad. La vida es un equilibrio entre lo que se sabe, lo que no se sabe, lo que no se quiere saber y lo que no se quiere que se sepa.

Podría escribir más cosas, hacer una lista más larga (a mí siempre me gustaron las listas), pero creo que es mejor dejarlo en esos cinco puntos.

No sé, el día sigue siendo silencioso. Los días se van haciendo más cortos y queda la noche. Estos días también me ha entrado mucho sueño. Supongo que el otoño llama a las puertas casi sin empuje, el calor de estos días se me hace extraño. Aunque me gusta ir en manga corta empiezo a sacar la ropa de invierno.

Ayer le comenté Manel todo esto del silencio y me contestó que me comprara un perro, me dijo que se liga mucho con un perro. Se le supone a uno que le gustan los animales, y los niños, me dijo. Y si el perro es de una raza adecuada mucho mejor. A mí me cuesta creer que un perro me tape las carencias, además, Ulises y Penélope no me lo perdonarían. ¿Y quién lo sacaría a pasear si yo paso un montón de tiempo fuera de casa? Manel no tiene perro, sin embargo me dijo que yo sí debería tenerlo. Supongo que eso me debería hacer pensar en ello.

Todo esto para no dejar de escribir. Tengo miedo a terminar y que no hayas llegado hasta aquí, o miedo a terminar de escribir y reencontrarme con la casa vacía. Supongo que es lo que debo hacer. Terminar de escribir.

Estos días siento la necesidad de encontrar un espacio para escribir otra vez algo de ficción. No sabría decir el qué. Supongo que podría seguir con los personajes histriónicos y ver dónde acaba todo. Pero por otro lado no puedo dejar de pensar que he inventado algo que puede salvar vidas y debo llevarlo a su fin. A veces me ocurre que dejo una cosa para seguir con otra, como si la felicidad siempre estuviera en aquello que he dejado de hacer para hacer lo que estoy haciendo ahora.

Pero eso es otra historia.



4 comentarios:

Sonsoles dijo...

Hola Toni,
Cuando nos rondan los fantasmas mejor echarles a escobazos.
Escribe, y estoy de acuerdo con Manel, comprate un perro. Te sacará de casa y de ti

Se te echa de menos

Un besito grande

Gata

A dijo...

La felicidad siempre está en lo que haces si lo haces de corazón. Si lo haces de corazón, estarás haciendo lo que quieres.
Si encima salvas vidas, sea con el proyecto del agua o con tus letras, ya puedes estar orgulloso.
En cuanto a lo del perro, adopta mejor un gato (así te ahorras la excusa de tener que sacarlo a pasear y de que yo no tenga, tengo dos).
Ánimo y adelante.

Espera a la primavera, B... dijo...

Hola gata!

Me alegra saber de ti. Sé que estás lejos, donde los tejados de zinc no se calientan al sol. Así que lo más adecuado sería decir que es aquí donde se te echa de menos :-P

Creo que lo mejor será pensar en la felicidad del perro. Creo que con el tiempo que paso fuera de casa o trabajando, iba a sentirse muy solo. Un perro es para quien lo pueda cuidar, darle cariño...

Muchos besos

Espera a la primavera, B... dijo...

Gracias por tus palabras Sasha, que el proyecto vaya lento me duele en el alma, sigo intentándolo, cada vez más estoy más cerca de conseguirlo.

En cuanto a los gatos... ya tengo dos: Ulises y Penélope. Son gatos de terraza y tejado, de dormir a los pies de la cama, de todo el día durmiendo... mayores, se me han hecho mayores...

Un besazo