lunes, 24 de octubre de 2011

Siempre


No comprendo cómo siempre los días de lluvia vienen a buscarme, como esas máquinas de ganchos que te dan una oportunidad para llevarte el regalo que quieras pero que nunca consigues. La lluvia es un conseguidor experto, un jodido y habilidoso crack, la voz que lleva su voz en el silencio de los pájaros, o en el frío que cuela por las rendijas que dejo para que se airee la casa.

Hoy es un día cualquiera pero un cualquiera con lluvia, las cosas siguen su ritmo y a mí me duele una costilla, esperando el golpe definitivo, dejando a un lado las cosas sin las que ya nada importa. Desciendo lentamente por una pendiente indeformable, dejando atrás todo lo que he podido ser, clavando tablones sobre tablones por encima de un abismo, en un suicidio transformado en huida hacia adelante, preguntándome si las alas que me construyo me sostendrán en el aire cuando se desmorone el destino, si en algún momento tendré aunque sea una sola oportunidad y si, al final me golpeará la certeza de que lo lógico era lo menos lógico, que debía haberme dejado coger prisionero antes que emboscarme en las entrañas del monte, preguntándome si esta vez es, verdaderamente, el final.

No sé cuánto tiempo voy a poder aguantar más estos altibajos, no sé hasta cuándo seguiré escuchando el imperceptible sonido que hace la vía láctea cuando gira sobre sí misma, si no sería mejor dejar la patente en manos de otro que sepa qué hacer con ella y con su vida.

Hoy algo dentro de mí ha muerto. No sé el qué ni por qué. Pero lo sé.

1 comentario:

Ernesto Pérez Vallejo dijo...

Resucitas cada vez que escribes, me llega tu prosa a moda de lluvia y se agradece.

Abrazos.

pd: No hace mucho me acabé el libro que da nombre a tu blog y me gusta mucho más que (pregúntale al polvo) que es más conocido.