martes, 8 de junio de 2010

A todo trapo


Hay cosas que no entiendo, cosas que me pasan, que están ahí dentro, en algún lugar de los compartimentos estancos en los que está dividido mi cuerpo. A veces me veo como un barco, si un accidente abre una brecha en la quilla sólo se inunda esa parte y el resto queda a salvo, permitiéndome seguir a flote. A veces, mi cuerpo se organiza para que mis sentimientos siempre estén en un lugar seco; así, si se me inunda el corazón, los sentimientos pueden estar perfectamente guardados en otra parte... tengo tantos empaquetados en las palmas de mis manos...


Lo que no puedo cambiar es ese sentimiento de pérdida, esa tristeza de baja intensidad, el sentir una infinita compasión por nada en concreto y por todo al mismo tiempo. A veces entro en un estado de actividad frenética sin objeto y se me va la fuerza por el desespero. A veces te echo de menos y otras me alegra saber que estás mucho mejor sin mí. Me ocurren muchas cosas a la vez y entonces, es como si mi cuerpo se estuviera preparando para un gran impacto llevándose sentimientos de un lugar a otro. Esta vez no intuyo qué puede ser, así que espero, escuchando el quejido metálico de mi esqueleto de barco, en un silencio sólo roto por el sonido de una canción que sale de un transistor viejo en alguna parte indefinida. Espero. Espero mientras voy a toda máquina hacia un destino largamente esperado.


Miedo. Como un submarino que se ha sumergido al ser descubierto por un dragaminas. Miedo. Como cuando no tienes la seguridad de estar a la altura de la misión encomendada. Miedo a que me olvides y yo te tenga que olvidar por ello.



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