viernes, 28 de noviembre de 2008

Hoy, cuando la nieve se ha ido, se ha quedado todo como blanco


Haces de eternidad se filtran esta mañana por esta ventana y me traen recuerdos pasados y futuros. Los ha traído la nieve que espolvorea las calles de azúcar glasé, los ha traído tu voz amiga, la marca de agua (hoy hielo) que dejan los sueños de la noche en el día que se vive.

lunes, 24 de noviembre de 2008

vídeo: Joan Osborne - one of us

Un hombre


He nacido en una estirpe de hombres que han poblado los caminos aún antes de que éstos existieran; ellos los crearon con sus huellas y nacieron sus hijos a un lado y a otro como la hierba, de mujeres que conocen los secretos de la tierra, que son hijas de la luna nueva, que han traído al mundo, antes que a mí, a otros como yo que también fueron y serán de los caminos. ¿Qué es el mundo sino parir, crecer, partir?
He nacido en una fuerza mayor que la que pueden hacer todos los brazos de todos los hombres que se llamaron como yo, he crecido en ese gran secreto del que nadie habla (como si al nombrarlo se rompiera el hechizo que lo envuelve y hubiera la posibilidad de que se desvaneciese en la niebla), he crecido con el don de leer las nubes, saber qué ocurrirá cuando llegue el día y la hora que yo señale. He crecido en la sabiduría del silencio, de la contemplanción, de la soledad. Podría estar asustado pero las gentes de los caminos no tenemos miedo, estamos acostumbrados a que el polvo sea lo único seguro que llevamos toda la vida encima.
Se acerca un gran frío. Lo presiento. Me duelen los huesos y el alma. Eso es lo que significa que llegue el gran invierno. Ahora mi vida pertenece a los elementos, a ellos entrego el don. Hoy es uno de esos días grises que llaman a las almas a sentarse alrededor del fuego.
Estoy a punto de encontrarme con ella. Ella lo sabe y espera, en la orilla del camino a que yo pase y la convoque a sentarse junto a mí a prender la llama del mundo, a soñar con las palmas de las manos la piel desnuda del tiempo.

sábado, 22 de noviembre de 2008

noche de alcohol y dudas


Cansado de buscarte en los bares por la noche, cansado de llegar a casa apoyado en las paredes, haciendo malabares con los quicios de las puertas, cansado de ver salir el sol en companía de sombras que se parecen a tí tras los cristales, me voy con la música a otra parte, con mis palabras a otra letra distinta y perversa que no nombre tu nombre, que no sepa ni que existes, que no te conozca ni de oídas, que sólo sepa de olvidos y distancias, que sólo sepa soñar a medias, que sólo sepa bajar persianas. Que sea como la h (muda y filantrópica)... lo único que le pido a una mujer es que no haga faltas de ortografía mientras me habla.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Si Sherezade viviera


Su voz me activa y me calma. Su voz es como esa soledad compartida que tenemos los seres sospechosamente sociables en exceso, es como el susurro de las olas del mar en la noche, es como la verdadera historia de lo que ocurre en el mundo contado como si fuera un cuento. Y ya es demasiado tarde. Y me he tomado la pastilla de la felicidad de mentirijillas. Y he salido de mi cuerpo y he paseado por el techo. Quizá es hora de ir a la cama...

miércoles, 19 de noviembre de 2008

compartir una copa de vino

Demasiado oscuro para ser casi las cinco de la tarde. Hago un paréntesis en la rutina del trabajo aunque llevo ya más de media hora descentrado. Demasiadas cosas por hacer y demasiada poca paciencia. Subiría al piso de arriba, saldría a la terraza y miraría pasar las nubes pero me apetece más seguir aquí sentado, quizá vaya a la cocina a hacerme una taza de café o a buscar una manzana. No sé, creo que iré a por esa taza de café. Ahora vuelvo.

(diez minutos después)
Capuccino. Me he hecho un capuccino. Me he sentado en una muy mala postura, he estirado las piernas y las he puesto encima de la mesita del comedor. Creo que estos momentos de ralajación sólo me sirven para darme cuenta del sinsentido que es este sucedáneo de vida que llevo. Sí, esto que vivo es una copia barata de lo que yo imaginaba que iba a ser mi vida cuando creciera. Pero tengo un capuccino calentándome las manos, ese es mi presente (bueno, ahora no, ahora escribo) y eso es lo que quiero disfrutar y disfruto. Eso y compartirlo contigo. Me gusta compartir momentos: vivo para ello, compartir una copa de vino, una charla amistosa bajo la ténue luz de una amistad... echo de menos eso, echo de menos el calor humano, la mirada del otro, la sonrisa boba, el saber que existe una frontera con un paso abierto entre tu mundo y el mío. Me gustan las tardes ociosas en compañía. Me gustaria que mi vida estuviera repleta de viejos amigos, de recién descubiertos amigos, de amigos de todas las razas y países. ¿Existirá un trabajo así? ¿de hablar y explicarse cosas? Una vez se me ocurrió una historia de esas para novela futura. Un día alguien pone un anuncio: Se escucha. No psicólogo profesional. Quedamos y me cuentas. No doy soluciones, no doy consejos. Sólo escucho. Y empieza a recibir llamadas y va quedando con distintos personajes que cuentan sus vidas, que se inventan pasados, que se enfadan sin motivos, que no se atreven a contar lo que realmente quieren contar. Desconocidos que quieren seguir siéndolo a toda costa a pesar de que buscan a alguien a quien mostrarse. Supongo que lo debí sacar de una noticia de hace algunos años. No sé.

vídeo: Extremoduro - Standby (imágenes de La Flaqueza del Bolchevique)

el corazón helado


Nos vimos en la cafetería de la cara oculta de la luna. Llegó tarde (como siempre) y me dedicó su repertorio de disculpas basadas en dos palabras repetidas hasta el infinito, "lo siento", y en mirarme como si lo hiciera desde más abajo de mí (difícil, porque yo estaba sentado) mordiéndose el labio inferior de la boca y sabiendo que su cara bonita era, en realidad, su mejor excusa, sabiéndose con el derecho que tienen todos aquellos seres exepcionalmente bellos de llegar tarde a donde les plazca, levantarse de la mesa a media cena y largarse porque se les es negado un capricho, o romper los corazones de los menos afortunados en la lotería del mundo. Rompen los pulmones, el diafragma, el estómago (existe una teoría por la cual el amor se asienta en el estómago) mientras sienten que es imposible no hacerlo, que es como pisar caracoles después de la lluvia en un camino oscuro, oyen crujir sus esqueletos y sienten lástima pero no tienen la culpa de que se hayan puesto en su camino. Así era mi corazón en esos momentos: un gasterópodo oyendo pasos sobre la grava. Me levanté y la abracé, le miré fijamente con esa seguridad que sé fingir tan bien en noches sin luna como ésta y le dí un beso de medio minuto con los ojos cerrados. No sé si el beso fue tan largo porque el beso era así o por si tenía miedo de abrirlos y volver a la realidad de verla frente a mí. Y es que cuando se sale con alguien mucho más agraciado uno tiene la doble sensación de no merecerlo y al mismo tiempo siente la duda de si acaso no será una de esas raras excepciones en las que el amor no entiende de edades, razas o clases sociales. Entonces, para asegurarse, se emprende el repaso mental de todas aquellas parejas cuya diferencia de belleza parece no tener importancia. Y siempre se encuentra a una de esas sin tener en cuenta que representan un porcentaje ínfimo y cuya probabilidad de existencia es equiparable a sentarse encima de la maldita aguja del pajar.
Ella se sentó delante de mí, me miraba entre cómplice y divertida, jugaba a estudiarme sin hacerlo, no necesitaba saber qué podía pensar o hacer yo, ella sabía que llevaba las riendas de lo nuestro (le gustaba decir "lo nuestro") las llevaba ella y que yo no la seguiría hasta donde hiciera falta y que haría todo lo posible por conservar ese "lo nuestro".
Empezó a mirar por la ventana de la cafetería, abandonándome a mi pobre existencia del otro lado de la mesa, como si estuviera sola. "¿Sabes?" me dijo mirando a la Tierra "no creí que diría nunca esto. Cuando te conocí no pensé que diría algo así. Lo cierto es que estoy enamorada de tí, te quiero como hace mucho tiempo que no quería a nadie. Eres la primera persona con la que siento que me gustaría estar el resto de mi vida". Se volvió y me miró a los ojos, sus preciosos ojos abisales. "Tus manos y mi piel hablan el mismo icioma, tus palabras suenan como recuerdos de algo ya vivido en mi infancia. Tienes el don de saber qué es lo que siento y cómo lo siento. Contigo me siento como si volviera a casa, me siento a salvo, siento que por fin no tengo la necesidad de huír a ninguna otra parte. El otro día te dije en broma que te estaba haciendo un favor al estar contigo. Sé que te hice daño. No quise decirlo y quisiera que me perdonaras. A veces tengo la necesidad de estropear todo lo bueno que me pasa. Pero ahora no voy a hacerlo. Quiero estar contigo". Aquellas palabras eran una bomba de relojería. Estaba preparado para cualquier cosa menos para ellas. Empecé a sentirme incómodo, ella había trascendido la barrera de la belleza pero ¿y yo? por qué estaba yo con ella si no era por esa adoración ciega que sentimos los seres mezquinos como yo ante lo extraordinario. "Quizá confundas quién soy con lo que escribo. Yo no soy lo que escribo, apenas me reconozco en mis textos..." Me interrumpió "No estoy confundida. Eres lo que escribes y tú no te das cuenta. Si te vieras con mis ojos... si te vieras con mis ojos sabrías de qué estoy hablando, pero a veces, te empeñas en quedarte en ese papel de fracasado que debe resultar muy cómodo. A veces te cuesta aceptar que te quieran y te inventas excusas para cerrar las puertas a quienes te quieren. Quizá por eso me da miedo lo que siento por tí. Me pregunto si el calor que das a mi vida podrá convivir con el frío que te empeñas en mantener en la tuya. No sé, estoy diciendo tonterías. No me hagas caso. Hoy la Tierra está bonita. Bonita es la palabra. Bonita es una palabra bonita".
Quise decirle que yo también la quería, que era lo único bueno que me había pasado en la vida; pero no pude. Estuvimos en silencio un buen rato. La camarera vino a preguntarnos que queríamos. Me pregunté si alguna vez volvería a tener la posibilidad de un amor así y supe que no, que no era por los demás, era que yo no sabía el lenguaje del amor. Lo supe ya desde que era niño. Había niños pobres que iban al colegio con ropas heredadas de hermanos mayores, que aprovechaban libros, que se avergonzaban de sus estuches viejos, de sus zapatos rotos. Yo siempre sentí envidia de los niños que sabían queridos. Siempre envidié a los que sus madres trataban con cariño, palabras amables, besos. Los veía y me preguntaba si las palabras secas de mi madre, su desesperación por mis cosas de niño, eran una forma de no quererme. Supongo que se aprende el lenguaje del afecto o te vuelves un analfabeto emocional toda tu vida. Sé que no es excusa, que uno siempre tiene la oportunidad de vivir según su corazón, pero a veces sé que no es cierto, que a veces, no es cuestión de sentir o no sentir sino de saber cómo expresarlo y cómo no.
La camarera trajo lo que le habíamos pedido. Ella miraba a través de la ventana. Y entonces no sé de dónde vino aquella extraña determinación. Me levanté y me senté a su lado. La abracé con fuerza y ella salió de su letargo. Le miré a los ojos y pensé que todo el mundo necesita saber que en algún lugar del mundo hay alguien que piensa en tí, que todo el mundo necesita que le digan que todo va a salir bien. "Tú también me haces sentir como en casa, sea lo que sea que ocurra entre nosotros dos, no podría estar sin ello, no podría estar sin tí" le dije. Nos besamos . Un cometa cruzó el cielo lanzando destellos anaranjados al friccionar con la atmósfera de la Tierra. Bebimos y pagamos. Nos fuimos al coche. Era la primera vez que no sentía haber actuado, la primera vez que no sentía que todo aquello era cursi.

vídeo: los secretos - Pero a tu lado

martes, 18 de noviembre de 2008

Donde el mar te lleve


A donde el mar te lleve con sus olas lleva contigo tu nombre de tulipán, guardado en la boca, lleva de la mano a tu enemigo para que sepas dónde está en cada momento, llévate el secreto que me escondes y que tiene que ver con ese otro que te llama los martes por la tarde, que te envía mensajes al teléfono y borras una vez los has leído. Llévate todos estos años envueltos en un papel que no deje pasar la luz, que yo no los añore, que sólo de vez en cuando los eche en falta porque al mirar atrás encuentre unos años vacíos de los que me pregunte una y otra vez qué hice todo ese tiempo y no halle tu rastro de purpurina. Si te lleva el mar, a donde sea que te lleve, no vuelvas.

Pero si regresas y el mar pronuncia tu nombre de nuevo, llévame contigo, llévame aunque sólo sea para saber dónde estoy a cada instante.


La foto: Juro que se sentó así de forma natural, que intenté hacerle una foto a él y a su madre y que aburridos de que no se estuviera quieto ella se levantó y le dijo que nos íbamos, que si no venía se quedaría allí, como se suele asustar a los niños para que obedezcan. Él se quedó unos instantes quieto, luego serenamente se sentó en esta posición, de espaldas a nosotros. Lo echo mucho de menos, a mi niño, a mi tritón.

domingo, 16 de noviembre de 2008

A la conquista del corazón



Hace tiempo que no escribo nada de la novela. No escribo porque el bicho se ha ido durmiendo hasta dejarme en paz y eso me ha dejado en un estado de letargo. Echo de menos al bicho, pelear contra él me llenaba de vida. Resulta curioso pero cuanto más me golpeaba contra él, más sentido tenía todo. Ahora que se ha ido no puedo escribir. Ahora que se ha ido me falta la voz que le hacía frente, la voz que le mantenía a raya.
Al mismo tiempo que se fue el bicho se fueron yendo, también, las personas que me fueron acompañando todos estos años. Unos emigraron, otros encontraron a esa persona especial que hace que los amigos dejen de tener ese sabor cotidiano, he dejado de creer en que el hombre es un ser valiente por naturaleza porque me han empujado al vacío mientras se quedaban temblando detrás de las piedras diciéndose a sí mismos que no me empujaron, que salté yo solo. Creo que todavía conservan la esperanza de que sepa volar, vuelva a donde están ellos y les diga que no importa que quisieran hacerme daño. Cada vez soporto menos a los cobardes. No soporto a los que se esconden. Puedo tolerar a quien es malvado pero nunca a quien me dice estar a mi lado y luego, cuando llega el lobo del norte, se esconde y me deja solo.
Solo. Prefiero morir a esconderme. Morir, moriré un día u otro, pero ante todo espero poder mirar atrás y no arrepentirme de nada, no porque haya habido instantes en que creyera que debía hacer otra cosa, sino porque haya llegado a la conclusión de que lo hice lo mejor que pude con los conocimientos que tuve en cada momento. Con los conocimientos y con el corazón; de que no defraudé a quienes me importaron, de que no me defraudé a mí mismo a cambio de sentirme amado. He amado y me he sentido amado durante escasos momentos en mi vida, islas en un mar agitado a las que siempre llegué para quedarme y sólo fueron de paso. Envidio a esos ancianos que llevan juntos desde la adolescencia y todavía ves que se quieren. Me pregunto si alguna vez tuve la oportunidad de encontrar algo así. Aun en esas, ahora no me cambiararía por ellos, está bien tener tus propios héroes pero es mejor no querer ser ellos. Si lo haces, olvidas quién eres y qué has hecho hasta que has llegado aquí. No me cambio por nadie. No me siento especialmente orgulloso de en lo que me he convertido pero es lo que soy, no cuento con mucho más.
Sé que no soy ni la sombra del hombre que fui hace apenas unos años, que he perdido mucho en cada adiós que he tenido que soportar. En cada despedida he visto irse sueños antiguos y queridos, he visto temblar de miedo y huir, he visto que no soy tan fuerte como creía. Curiosamente, creo que ver que no soy tan fuerte me hace más fuerte pero de otra forma.
Ahora voy a abrirme camino, siento que ha llegado la hora de salir ahí afuera y plantarle cara al gran lobo del norte. Me llevo mis libros y mi corazón que despierta, de nuevo, a la vida.

Bicho, despierta! ¿Has oído? Ha llegado la mañana del gran día. Ha llegado el gran Horizonte. Caminaremos a través de la fría niebla. Vamos, despierta. Despierta conmigo, nos vamos a la conquista del mundo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

sábado


Sé que no soy el mismo. Tu silencio me lo susurra al oído en los huecos con los que cada día se topa mi sombra con tu ausencia. Sé que no soy el mismo, que no soy el que solía sentarse en la luna con los pies colgando a mirar por tu ventana abierta. No soy el mismo.
Dices que empiece de nuevo, que suelte el lastre del pasado como si eso fuera tan fácil, como si el pasado no condicionara el futuro, como si sólo pudiera contar con la esperanza. Sinceramente, no siento miedo. Hace mucho tiempo que el miedo se ha quedado en algo trivial. Le puedo mirar a los ojos y reírme de él. El miedo es un cordero que parece un lobo. No. No tengo miedo. Mañana será otro día, el cielo y el infierno son dos salidas de la misma autopista que no lleva a ninguna parte. Y sé que no te importa. Y sé que ya ha pasado todo. Y sé que prefiero que te vayas muy lejos (donde no puedas volver a llamarme por mi nombre) y sé que empiezo a saber demasiado, que conocerme tanto es peor que no conocerme en absoluto y equivocarme una y mil veces.
Mañana será otro día. Domingo, para ser más exactos.

martes, 11 de noviembre de 2008

Vídeo: Ismael Serrano - Sin tí a mi lado.



Siento volverla a colgar, pero es que esta canción me acompaña desde hace unos días. Cómo se hace de largo el día cuando tienes que atravesarlo solo, cuando llegas a casa y echas de menos esperar o que te esperen, cuando se nota una gran ausencia, como si el piso vacío fuera un reflejo de lo que tiene, a veces, uno dentro. Que nadie se alarme, la soledad es, en realidad, una gran amiga que planea contigo salir a buscar otra soledad con la compartir el mundo.
Me encanta esta canción porque aunque es triste, evoca algo vivido, algo tan fuerte, tan intenso que sabes que lo vas a echar de menos para siempre. Algo que querrás reproducir de una forma u otra allá donde vayas, como un emigrante lo hace con la esencia de la tierra a la que pertenece y la lleva prendida en el corazón y en el recuerdo.
Y supongo que pasa que, a veces, es difícil empezar de nuevo porque nunca lo hacemos con la inocencia de la vez anterior.

Vivimos entre la esperanza y el miedo. Entre la esperanza de volver a vivir y a sentir con esa intensidad y el miedo a no volverlo a encontrar jamás, o a perderlo si lo hallamos. Vivimos entre la esperanza y el fracaso.

Y sé que en su pensamiento yo soy un extranjero, una bruma de horas pasadas y sentimientos confusos. Me verá y me dará dos besos y, mientras, mis manos desnudas irán soñanando con su piel debajo de la ropa. Me mirará a los ojos y sonreirá como sólo ella lo sabe hacer y entonces yo estaré perdido, me volveré un niño que vive entre la esperanza y el miedo de qué pasará después del beso. Y sé que tendré miedo de la misma forma que sé que por las mañanas me levanta de la cama esa esperanza.

vídeo: Coldplay - Don´t panic

jueves, 6 de noviembre de 2008

vídeo: Amaral - Esta madrugada

No sé que tienen las noches que me le quitan sentido a mi vida. No sé que tiene la madrugada que me deja el alma cubierta de una escarcha de ausencias. Y veo pasar las horas y cada vez van quedando menos en los cajones de mi mesita de noche. Te tengo ahí, lo sé, pero tenerte no es suficiente.

Vídeo: Bruce Springsteen: Secret Garden

Siempre debería haber un lugar en el que pudiéramos sentirnos a salvo, donde nuestro alma pudiera acurrucarse a nuestro lado por la noche. Siempre.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Vídeo: Chris Isaak - Lie to me

El único vídeo que me deja colgar youtube de esta canción

domingo, 2 de noviembre de 2008

si llegas al final...

Venga, que ya he empezado a repartir besos... ¿es que no dormís, queridos vampiros?

vídeo: Ismael Serrano - Sin ti a mi lado

Sólo encontré esta versión con los "guapos" del señor de los anillos.

sábado, 1 de noviembre de 2008

El poder de las palabras inaudibles


El jueves fui a la presentación de un libro "El millor lloc del món és aquí mateix" de Cave Santos y Francesc Miralles (La profecía 2013, El laberinto de la felicidad) con Laura Takahashi. La presentación fue una auténtica delicia, con música de Hotel Gurú en directo y lectura de pasajes del libro por parte de Inés Mcpherson. A Inés la conocí en Alcázar de San Juan, un fin de semana literario hace más de tres años, ella también iba a la escola d´escriptura del ateneu y luego coincidimos en el curso de novela uno, pero ella se fue a la tercera clase. Inés, a quien le perdí la pista, tiene una dicción especial para contar cuentos. Contó un cuento precioso, sobre un loro que una niña tenía en su habitación y de repente empezaba a decirle por las mañanas a la niña "t´estimo" (te quiero). La niña no sabía dónde había aprendido eso su lorito porque ella no se lo había enseñado. Un día, se lo fue a decir a su padre. "Papá, mira lo que me dice el lorito". El padre se puso rojo. Entonces la niña, inmediatamente comprendió que su amigo con plumas había aprendido aquellas palabras de escuchárselas decir a su padre, que entraba en su cuarto por la noche antes de irse a dormir, cuando ella ya llevaba tiempo dormida y dándole un beso se lo decía. Me emocioné. Todo el mundo necesita saber que en algún lugar del mundo existe alguien que le quiere. Nos alimentamos de amor, del que damos y del que recibimos.

Ayer, Esther me dijo que a nadie le gusta escuchar las penas de los demás, que es mejor quedárselas dentro de uno y hacer como que no pasa nada. Así te aceptarán, así la gente no se irá de tu lado. Sí, es algo práctico, el "todo va bien" es un slogan que vende. Pero ¿sabes? no estoy de acuerdo. Soy un puto ser humano, que quiere, que siente, que tiene sueños, que tiene días buenos y días malos, que sale a la calle a comerse el mundo unas veces y otras sale con ganas de ser invisible. Alguien que, como tú, también necesita escuchar de una voz amiga, aunque sea mentira, que todo va a salir bien.
Lo que Esther me quería vender era totalmente falso porque ella tenía alguien incondicional a su lado, alguien que le hacía entender que estaban juntos para lo que hiciera falta. Lo que me quería decir con aquellas palabras era que habíamos pasado a ese segundo estadio al que pasan los amigos íntimos cuando el otro tiene pareja. No lo digo como un reproche, sólo es una reflexión, yo lo he hecho y me ha ocurrido otras veces, me volverá a pasar y lo volveré a hacer. Es una ley inmutable, como la gravedad o las tres leyes de la termodinámica. Y es lógico.

Hoy no es el primer día del resto de mi vida ni ninguna memez de esas. Hoy es sólo un día más, hace un frío que pela, llovió toda la noche, el día ha sido tristón y anochece muy pronto. Apetece estar en casa. Estoy leyendo El millor lloc del món és aquí mateix y me meto en la cama y me tomo una pastilla relajante muscular para el dolor de espalda.
Las once de la noche. Qué frío en los pies. Me voy a la cama.

Sólo una cosa antes de acabar esta entrada. Pase lo que pase, no me vendas que todo te va bien cuando te vaya mal y comparte tu alegría conmigo cuando te vaya realmente bien y asume que va a ser recíproco. Si no va a ser así, pasa de largo, sigue buscando, no sé qué estarás pensando en encontrar pero no es a mí, estás buscando otra cosa. Y en ese caso te deseo suerte.

PD: Esta entrada no va dirgida a nadie en concreto. Me veo en la obligación de decirlo porque creo que algunas entradas son interpretadas como mensajes cifrados o alguien cree reconocerse en ellas. No entran muchas personas en el blog, es cierto. El blog es un diario en voz alta y de vez, en cuando, un tablón de anuncios con retazos de la primera escritura de la novela. Es lo que es.

PD2: Si has llegado hasta aquí te mereces un besazo. Y te aseguro que pongo en él mucho de lo que soy y de lo que tengo.